La placenta es un órgano único que sólo está presente durante el embarazo. Este órgano en forma de disco o tortita toma nutrientes y oxígeno de tu cuerpo y se los transfiere a tu bebé. A cambio, por el lado del bebé se eliminan los productos de desecho que vuelven a tu torrente sanguíneo para ser eliminados.

Cuando des a luz a tu bebé, también expulsarás la placenta. En la mayoría de los casos, la posición de la placenta no es motivo de preocupación. Pero hay algunas posiciones que son más comunes que otras. La posición anterior es un lugar menos común para que se fije la placenta.

La placenta puede adherirse prácticamente a cualquier parte del útero para nutrir a tu bebé. Normalmente, la placenta se sitúa en la parte superior o lateral del útero.

Pero siempre es posible que la placenta se adhiera a la parte delantera del estómago, una posición conocida como placenta anterior. Si la placenta se adhiere a la parte posterior del útero, cerca de la columna vertebral, se habla de placenta posterior.

Normalmente, el médico comprobará la posición de la placenta durante la ecografía de mitad del embarazo, que debe realizarse entre las semanas 18 y 21 de gestación.

La posición anterior de la placenta no debería suponer ninguna diferencia para tu bebé. Debería seguir nutriendo a tu bebé independientemente de su posición. Pero hay algunas ligeras diferencias que puedes notar debido al posicionamiento anterior de la placenta.

Por ejemplo, la placenta puede crear un espacio extra o un cojín entre tu estómago y tu bebé. Es posible que sientas las patadas o los puñetazos más tarde que en un embarazo típico, porque la placenta puede actuar como un cojín.

Por suerte, se trata de inconvenientes menores que no deberían afectar a la salud de tu bebé.

Una placenta anterior no suele ser motivo de preocupación. Pero existe la posibilidad de que la placenta anterior crezca hacia abajo en lugar de hacia arriba. Esto significa que la placenta crece hacia el cuello uterino.

Esto podría bloquear el camino del bebé el día del parto y causar hemorragias. Esta afección se conoce como placenta previa. Si la placenta bloquea todo o parte del cuello uterino durante el parto, es necesario realizar un parto por cesárea.

Aunque una placenta anterior no suele ser motivo de preocupación, tu médico puede prepararte para los signos que podrían indicar un problema de placenta durante el embarazo.

Ponte en contacto con tu médico si experimentas los siguientes síntomas, que podrían indicar un problema de placenta:

  • dolor abdominal
  • contracciones uterinas rápidas
  • fuertes dolores de espalda
  • sangrado vaginal

Si has sufrido una caída u otro traumatismo en el estómago, como un accidente de coche, llama a tu médico. Estas lesiones podrían afectar a la salud de tu placenta y requerir un examen médico.

Tu médico seguirá controlando la ubicación de tu bebé y de la placenta durante todo el embarazo. Recibir atención prenatal periódica y controlar cualquier afección que pueda surgir a lo largo del embarazo puede ayudarte a dar a luz a un bebé sano.

Si te preocupa la placenta anterior, habla con tu médico, que podrá comentarte los riesgos específicos de tu historial médico. Pero para la mayoría de las personas, una placenta anterior no es motivo de preocupación.